viernes, 21 de marzo de 2014

Llamamiento urgente a periodistas, trabajadores de prensa y comunicadores sociales

Contra la campaña de terrorismo mediático que sufre Venezuela
Rebelión / Resumen Latinoamericano
 
El estilo es idéntico al que siempre han usado contra Cuba socialista los mass media ligados íntimamente a la estrategia estadounidense que desde hace 55 años bloquea criminalmente a la Isla. Ahora, desde las grandes corporaciones vinculadas a la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), la Asociación de Editores de Diarios y Medios Informativos (Andiarios) y otros estamentos similares del terrorismo mediático, manipulan desinformativamente la realidad venezolana, incitan descaradamente a la rebelión contra su gobierno legítimo, apañan a los grupos violentos que incendian edificios estatales, o desde su prepotencia revanchista, asesinan ciudadanos inocentes por el sólo hecho de generar pánico en la población y apuntar a una hipotética "guerra civil". El plan de este conglomerado opositor, que reúne a la burguesía venezolana junto a sus inspiradores de EEUU y Europa, busca abrir las puertas a la destrucción de la democracia participativa bolivariana.

Actualmente, la ofensiva imperial-mediática tiene un nombre que marca claramente sus intenciones: “Todos somos Venezuela, sin libertad de prensa no hay democracia”. Detrás de la consigna mentirosa, aparecen en esta oportunidad la corporación Andiarios, que reúne a 53 periódicos colombianos (varios de cuyos popes abrevan en el uribismo), el entente Periódicos Asociados Latinoamericanos (PAL), que suma a 18 grupos editoriales de 11 países, y el Grupo Diarios de América (GDA), compuesto por 11 cabeceras de diarios del Continente.

Todos ellos instruyeron a sus empresas para que vuelquen en cada uno de los periódicos que editan "lo que la prensa libre del vecino país (Venezuela, por supuesto) no puede mostrar por la asfixia que padece a causa del racionamiento arbitrario de divisas que decretó el gobierno". En el mismo manifiesto explicativo, señalan que se proponen "defender las libertades y combatir la tiranía que trata de acabarlas". Y agregan que han emprendido esta cruzada en función de lo que, según ellos "está ocurriendo en Venezuela, (donde) los medios de comunicación, en especial los escritos, se convierten en objetivo principal para callar a quienes denuncian las tropelías de los malos gobernantes".
Como medicina para estos "males" advierten que dedicarán sus páginas para difundir lo que sus socios (y aliados del fascismo y sus "guarimbas") no pueden hacer debido a la "tiranía venezolana" y a la falta de papel. Generosos en su entusiasmo opositor anuncian que enviarán toneladas de insumos para que sus amigos de la reacción mediática puedan seguir intoxicando como lo vienen haciendo desde prácticamente el mismo momento en que Hugo Chávez venciera en las elecciones de fines del 98.

De este modo, la campaña ya está en marcha: sus primeros buques insignias son El Comercio de Perú, La Nación de Argentina, El Universal de Venezuela, El Heraldo de Honduras, O Globo de Brasil, La Prensa de Nicaragua,El Tiempo y El Espectador de Colombia, La Prensa de Panamá, entre un total de 80 medios beligerantes contra la soberanía venezolana. A la lista, no hace falta decirlo, se le suman cotidianamente, desde que Venezuela se proclamara revolucionaria y socialista, diarios como El País, ABC y El Mundo de España, Clarin de Argentina, El Mercurio de Chile, El País de Uruguay, y ni qué hablar de radios y televisoras, encargadas de difamar a toda hora los logros del proceso bolivariano.

Frente a esta campaña de aliento al golpe de Estado contra el gobierno de Nicolás Maduro y el pueblo de Venezuela, se hace necesario y urgente que quienes nos definimos como trabajadores de prensa en el más amplio de los términos (incluyendo por supuesto a quienes laboran en medios comerciales), comunicadores sociales, periodistas de medios alternativos y de contrainformación, y todas y todos aquellos que rechazamos la ofensiva del terrorismo mediático contra los procesos revolucionarios y progresistas de nuestro continente, HAGAMOS OIR NUESTRAS VOCES DE PROTESTA Y REPUDIO al acoso que sufre hoy Venezuela Bolivariana.

Ya es tiempo de que nos hagamos escuchar e impidamos que nos roben nuestras propias palabras y consignas. Ahora más que nunca: "Venezuela Bolivariana somos todos y todas". Manos a la obra: sumemos adhesiones, escribamos artículos, elaboremos audios, ocupemos las redes sociales, demostremos que somos millones dispuestos a no dejarnos manipular por el Imperio y sus empresarios mediáticos.

* Carlos Aznárez es Director del periódico Resumen Latinoamericano

Tercera Declaración de la Corriente Marxista del PSUV ante los nuevos planes golpistas de la burguesía

En los últimos días el gobierno del camarada presidente Nicolás Maduro, ha llevado a cabo acciones contundentes en contra de las guarimbas, lo cual pareciera terminar de desinflar las acciones violentas que viene llevando a cabo un minúsculo grupo de la oposición, desde el pasado mes de Febrero. Esto ha hecho que algunos sectores del gobierno, y de las masas revolucionarias, celebren desde ya la derrota final del intento de golpe de estado y las guarimbas en general. Sin embargo, las guarimbas nunca fueron la principal amenaza a la que se ha visto sometida la Revolución Bolivariana.
Por el contrario, el verdadero peligro son las acciones que viene llevando a cabo la burguesía de forma lenta y constante, en contra de la economía del país: La inflación, el acaparamiento y la escasez, a diferencia de las guarimbas, sì pueden conducir a un peligroso reflujo de las masas populares, que luego se manifieste en una grave derrota electoral, en las próximas elecciones para elegir los diputados a la Asamblea Nacional (2015) o en un referéndum revocatorio futuro (2016), lo que posteriormente significaría, con el ascenso de la derecha al poder ejecutivo o legislativo, el inicio de la destrucción de todas las conquistas de la revolución.
División en la oposición
Por un lado los sectores más radicales de la derecha, optaron por convocar a movilizaciones de calle con la intención abierta de derrocar al gobierno de manera violenta, o en sus palabras, a “incendiar las calles”, “hasta que se vaya Maduro”, lo que no es otra cosa que un nuevo intento de golpe de estado. Sin embargo, otro sector de la derecha burguesa, sigue prefiriendo la vía del “golpe lento”, a través del sabotaje a la economía y el consecuente desgaste de las masas, que en el futuro se traduzca en una derrota electoral de la revolución, de lo cual estuvimos muy cerquita el pasado 14 de Abril.
Pero si algo es indiscutible, es que toda la clase dominante está de acuerdo en continuar con sus ataques a la revolución bolivariana hasta derrotarla y poder tomar nuevamente en sus manos el control del gobierno, como era en la cuarta, a fin de recuperar todos los privilegios que en el plano económico, social, político, etc. les han sido arrebatados, lo que obviamente implicará, ya sea de forma lenta o rápida, la destrucción de todas las conquistas que la revolución ha logrado para el pueblo trabajador y oprimido de nuestro país.
Sin duda estas nuevas guarimbas han generado fuertes divisiones en algunos sectores de la burguesía, pero la consecuencia más grave para la oposición, es que ha dividido también a los sectores populares que les siguen, lo cual también ha debilitado, casi de forma mortal, el liderazgo de los principales personajes de la derecha, y ha dejado al descubierto el cascaron vacío que representa la MUD.
Las guarimbas no afectan al barrio ni al gobierno
Está división en las bases de la oposición ha sido el producto de que, precisamente los principales afectados ante los cierres de calles, la quema de basura, los destrozos a propiedades públicas y privadas, han sido sólo los sectores de la “clase media” y alta, donde la derecha tiene su mayor fuerza. Esto ha generado un rechazo y descontento entre los vecinos de estas zonas del país, aislando cada vez más a los pequeños grupos violentos y a los líderes opositores como Ramón Muchacho, e incluso al dos veces derrotado, Henrique Capriles Radonsky, a quienes la “vanguardia” del ala fascista de la derecha, que es la que lleva a cabo las guarimbas, les han acusado de posturas más conservadoras y conciliadoras, y menos radicales frente al gobierno bolivariano y la revolución.
Por el otro lado, los sectores populares no se han sumado a las guarimbas y más aún, no han dejado que grupos de personas ajenos a sus comunidades, construyan barricadas en los barrios y demás zonas populares, lo cual también destruye la matriz mediática, de que la causa de las protestas radica en que las condiciones de vida en el país han decaído a niveles extremos, aumentando la pobreza. De ser cierto esto, las manifestaciones fueran principalmente en los sectores populares, y no en los sectores de clase media. En el Caracazo, fueron los sectores más oprimidos de la sociedad quienes salieron a las calles.
Más aún, estas pequeñas movilizaciones no representan una amenaza contra el gobierno del camarada Maduro, ya que no cumplieron con sus dos principales objetivos: el primero era hacer de estos pequeños focos en todas las ciudades principales del país, grandes movilizaciones de masas que tuvieran la fuerza suficiente para amenazar al gobierno, y la segunda, generar una respuesta popular de los sectores revolucionarios que enfrentara a los guarimberos y los victimizara, generando las condiciones perfectas para manipular matrices mediáticas en la opinión pública internacional, propiciando la posibilidad de una intervención injerencista de forma directa o indirecta por parte del imperialismo yanqui.
Lecciones de Chile
Todas estas acciones fascistas llevadas a cabo por la derecha y el imperialismo, no son casuales y espontáneas, por el contrario provienen de meses de planificación previa, y de puestas en práctica mediante presiones hacia la dirigencia del gobierno, ello dirigido a facilitar la derrota final de la revolución. Por lo tanto, aprender de las experiencias revolucionarias de otros pueblos es la principal tarea de todas las revoluciones.
En Chile, al igual que en Venezuela, la burguesía local y el imperialismo llevaron a cabo una guerra económica, con un feroz sabotaje a las principales industrias del país, tal y como ocurrió en Venezuela durante el paro petrolero y como ocurre ahora mismo con la guerra económica que estamos enfrentando. Pero lo que es más alarmante aún, y refleja la aplicación de un libreto preestablecido en ambos casos, es que pocos meses antes del golpe de estado en Chile, la burguesía y los sectores reformistas de la izquierda presionaron al gobierno de Allende para la aplicación de un desarme masivo sobre el pueblo, con la excusa de que por medio de esto, pudieran combatir la inseguridad.
Pero acaso el crimen común y organizado se pueden prestar a cualquier acción de desarme voluntario, ¿Cómo? Si precisamente para estos sectores el arma es su principal herramienta de trabajo, a fin de mantener su fuente de ingresos. Por el contrario, sólo el pueblo trabajador y honesto (quienes sólo compran un arma para defensa personal) puede entregar de forma voluntaria las armas, lo cual no tiene ningún efecto sobre los niveles de inseguridad y violencia en las calles. ¿Entonces qué es lo que busca la burguesía cuando promueve un plan de desarme? Pues evitar cualquier forma de respuesta armada del pueblo ante un inminente golpe de estado, o ante los planes fascistas y paramilitares de masacrar y aplastar cualquier foco de resistencia popular.
Por su parte, Salvador Allende hasta el último momento llamó a la derecha a cesar el sabotaje a la economía, y a trabajar en conjunto por el beneficio del país, pero, en todos los años de la Unidad Popular en el poder ni la burguesía local ni el imperialismo, llevaron a cabo cambio alguno en cuanto a su actitud de derrotar a la revolución, muy por el contrario, la única respuesta ante estos llamados a la paz, fue un criminal golpe de estado y una de las dictaduras más violentas, reaccionarias y sangrientas de la región.
Derrotar las guarimbas no es derrotar el golpe
Aunque por un lado las guarimbas han ido desinflándose, producto del mismo aislamiento que la derecha abiertamente extremista y los vándalos guarimberos, han generado entre la mayoría de los sectores que siguen a la oposición, esto no significa sin embargo, que se ha derrotado de lleno a las guarimbas, por el contrario, esto puede ser la expresión de un momento de reflujo de estos sectores, que perfectamente pueden volver a tener un auge posterior en el próximo período.
Más aún, derrotar las guarimbas por completo en todo el país, no representa en absoluto que éstas no vuelvan a resurgir en el corto o mediano plazo, y lo que es más grave, tampoco representa una derrota permanente al plan de golpe de estado, que viene llevando a cabo la burguesía desde hace 14 años, mediante un sabotaje continuo a la economía y expresado en acaparamiento, desinversión y financiamiento de grupos paramilitares que actúan en todo el país. Mientras las palancas de la economía sigan estando en manos de una pequeña oligarquía, esta misma oligarquía seguirá usándolas en contra de la revolución y el pueblo trabajador, o en otras palabras, mientras sigamos teniendo una economía capitalista, seguiremos estando sometidos a un permanente golpe de estado.
La única forma de derrotar el golpe de forma definitiva y concluyente, es derrotando a la burguesía que lo lleva a cabo. Para esto es necesario expropiar los grandes latifundios, los monopolios y la banca privada. ¿Dónde más, si no es en las tierras de los latifundistas y terratenientes, que se entrenan los paramilitares que actúan de forma clandestina en toda Venezuela? ¿Cómo, sino es por medio del acaparamiento y el desvío de alimentos y artículos de primera necesidad, que los empresarios sabotean la economía del país? ¿Y quiénes, sino los banqueros, son los que pueden cambiar en bolívares las grandes cantidades de divisas que el imperialismo envía para financiar a la oposición?. Sólo atacando el problema desde la raíz, podemos acabar de forma de definitiva, no sólo con el golpe de estado, sino con los principales problemas que atraviesa la sociedad venezolana bajo el caduco, degradante sistema capitalista.
Sólo un programa genuinamente socialista, basado en las ideas revolucionarias del marxismo, en las ideas del socialismo científico, puede reimpulsar de manera contundente la revolución hacia la construcción del socialismo, y acabar de una vez por todas, con las amenazas fascistas y reaccionarias que actualmente se ciñen sobre nuestro país y nuestro pueblo. Es necesario tomar acciones contundentes contra la oligarquía, vacilar es preparar una derrota futura a manos de la reacción burguesa.
Únete a Lucha de Clases - Corriente Marxista del PSUV y ayúdanos a defender las ideas del socialismo científico dentro de la Revolución Bolivariana. La única alternativa frente al plan de golpe permanente de la oligarquía, es luchar por la radicalización de la revolución socialista en Venezuela.
Fuente: http://www.luchadeclases.org.ve/venezuela/editoriales/7712-declaracion-ante-planes-golpistas-3

martes, 21 de mayo de 2013

A Gloria

de Salvador Diaz Miron
 
No intentes convencerme de torpeza
con los delirios de tu mente loca:
mi razón es al par luz y firmeza,
firmeza y luz como el cristal de roca.
 
Semejante al nocturno peregrino,
mi esperanza inmortal no mira el suelo;
no viendo más que sombra en el camino,
sólo contempla el esplendor del cielo.
 
Vanas son las imágenes que entraña
tu espíritu infantil, santuario oscuro.
Tu numen, como el oro en la montaña,
es virginal y, por lo mismo, impuro.
 
A través de este vórtice que crispa,
y ávido de brillar, vuelo o me arrastro,
oruga enamorada de una chispa
o águila seducida por un astro.
 
Inútil es que con tenaz murmullo
exageres el lance en que me enredo:
yo soy altivo, y el que alienta orgullo
lleva un broquel impenetrable al miedo.
 
Fiando en el instinto que me empuja,
desprecio los peligros que señalas.
«El ave canta aunque la rama cruja,
como que sabe lo que son sus alas».
 
Erguido bajo el golpe en la porfía,
me siento superior a la victoria.
Tengo fe en mí; la adversidad podría,
quitarme el triunfo, pero no la gloria.
 
¡Deja que me persigan los abyectos!
¡Quiero atraer la envidia aunque me abrume!
La flor en que se posan los insectos
es rica de matiz y de perfume.
 
El mal es el teatro en cuyo foro
la virtud, esa trágica, descuella;
es la sibila de palabra de oro,
la sombra que hace resaltar la estrella.
 
¡Alumbrar es arder! ¡Estro encendido
será el fuego voraz que me consuma!
La perla brota del molusco herido
y Venus nace de la amarga espuma.
 
Los claros timbres de que estoy ufano
han de salir de la calumnia ilesos.
Hay plumajes que cruzan el pantano
y no se manchan… ¡Mi plumaje es de esos!
 
¡Fuerza es que sufra mi pasión! La palma
crece en la orilla que el oleaje azota.
El mérito es el náufrago del alma:
vivo, se hunde; pero muerto, ¡flota!
 
¡Depón el ceño y que tu voz me arrulle!
¡Consuela el corazón del que te ama!
Dios dijo al agua del torrente: ¡bulle!;
y al lirio de la margen: ¡embalsama!
 
¡Confórmate, mujer! Hemos venido
a este valle de lágrimas que abate,
tú, como la paloma, para el nido,
y yo, como el león, para el combate.

martes, 10 de abril de 2012

La Revolución Nacional Boliviana, 60 años después

La prensa, incluida la que tiene inclinaciones izquierdistas, parece no haber reparado que en un día como ayer, sesenta años atrás, el 9 de Abril de 1952, se producía el triunfo de la Revolución Nacional Boliviana, la más radical después de la Revolución Mexicana (1910-1917) y, en más de un sentido, precursora de la Revolución Cubana. Fue una jornada heroica, que culminó cuando el ejército, perro guardián de la oligarquía minera y terrateniente, fue derrotado, desarmado y disuelto por los mineros tras dos días de fieros combates. Como en México antes, y en Cuba después, la derrota del ejército es la marca decisiva de toda revolución. Como veremos más abajo los acontecimientos de Bolivia impactaron enormemente al joven Ernesto Guevara, años antes de que se convirtiera en el Che. También a otro joven, brillante como él, Fidel Castro, que en su célebre alegato “La Historia me Absolverá” (del 16 de Octubre de 1953) decía a sus jueces que “Se ha querido establecer el mito de las armas modernas como supuesto de toda imposibilidad de lucha abierta y frontal del pueblo contra la tiranía. Los desfiles militares y las exhibiciones aparatosas de equipos bélicos, tienen por objeto fomentar este mito y crear en la ciudadanía un complejo de absoluta impotencia. Ningún arma, ninguna fuerza es capaz de vencer a un pueblo que se decide a luchar por sus derechos.. Los ejemplos históricos pasados y presentes son incontables. Está bien reciente el caso de Bolivia, donde los mineros, con cartuchos de dinamita, derrotaron y aplastaron a los regimientos del ejército regular.”1

La historia de la Revolución Boliviana ofrece numerosas enseñanzas de gran utilidad para las luchas emancipatorias que libran nuestros pueblos. Sus logros iniciales fueron inmensos, imposibles de subestimar. Pero carecieron del sustento político, económico e ideológico necesario para garantizar su irreversibilidad. La revolución empezó a gestarse pocos meses antes, en 1951, cuando el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) liderado por Víctor Paz Estenssoro triunfa en las elecciones presidenciales de ese año. Poco después se produce un golpe de estado, promovido por la oligarquía minera, que instala una Junta Militar con el objeto de impedir el acceso al poder del jefe del MNR, que debe exiliarse en la Argentina. Lo que sigue es una creciente inquietud social y política que se traduce primero en una impetuosa movilización de mineros y campesinos y, poco después, a lo que la teoría marxista denomina una “dualidad de poderes.” Es decir, una profunda grieta en el estado burgués que, debilitado por la rebelión de “los de abajo”, pierde su capacidad para reclamar y obtener la subordinación a sus mandatos y que, por lo tanto, no puede impedir el surgimiento de un formidable antagonista, un poder real, efectivo, no formal ni constitucional sino un poder constituyente basado en el inmenso apoyo popular del bloque formado por los campesinos y mineros en armas. Tal como lo advirtiera Lenin, situaciones de este tipo son altamente inestables y rápidamente se definen en una u otra dirección. Eso fue precisamente lo que ocurrió el 9 de Abril del 1952, en la masiva insurrección popular que tuvo como epicentros La Paz y Oruro. Allí el ejército fue derrotado y desmantelado, reemplazado por milicias populares de mineros y campesinos, al mejor estilo de la Comuna de París. Estas jornadas, bañadas por la sangre de por lo menos medio millar de muertos, abrieron el camino para la conformación de un gobierno provisional al mando de Hernán Siles Suazo, otro de los dirigentes del MNR, y el más importante dirigente sindical de ese tiempo, el minero Juan Lechín Oquendo, quienes fueron literalmente instalados en el Palacio Quemado por las masas a la espera del retorno al país de quien consideraban su legítimo presidente, Víctor Paz Estenssoro.

La derrota y disolución del ejército fue uno de los grandes logros revolucionarios de los sucesos de Abril de 1952. Pero hubo otros: poco después, en Julio de ese mismo año, se aprueba una nueva legislación otorgando el sufragio universal a las mujeres, los analfabetos y los indígenas. En Octubre se nacionalizaron las minas, y principalmente las de estaño, tradicionalmente en manos de una tríada de grandes propietarios conocida como “los barones del estaño”: Simón Iturri Patiño, Carlos Víctor Aramayo y Mauricio Hochschild. Con la nacionalización estas empresas pasaron a formar parte de una nueva corporación estatal minera, la COMIBOL, al paso que el gobierno asumía el monopolio de la exportación del estaño. Al mismo tiempo se lanzan programas para promover la industrialización del estaño en Bolivia y fomentar las actividades petroleras en el Oriente boliviano y en el Sur y, más generalmente, afianzar la soberanía nacional sobre los recursos naturales del país y construir caminos que permitieran unir el Occidente del altiplano con los llanos orientales. De enorme importancia es el reparto agrario, que se institucionaliza con la Ley de Reforma Agraria de Agosto de 1953, y que permite la destrucción del latifundio, concentrado en las regiones andinas, y la distribución de la tierra a los indígenas, a la vez que favorece la sindicalización de los campesinos. La creación de la COB (Central Obrera Boliviana) tuvo lugar días después del triunfo de la insurrección. La COB fue uno de los pilares fundamentales de apoyo al nuevo gobierno por su activa participación en todas las ramas del aparato estatal. Su líder histórico, Juan Lechín Oquendo, fue elegido Secretario General de la COB y nombrado Ministro de Minas y Petróleo del nuevo gobierno. Fue uno de los líderes populares más conscientes de que sin armar adecuadamente a las milicias populares la estabilidad del nuevo gobierno se vería comprometida. Lamentablemente, sus palabras cayeron en saco roto.

Decíamos más arriba que más allá de sus logros la Revolución Boliviana no pudo evitar seguir un curso descendente que la condujo hasta su definitiva derrota el 4 de Noviembre de 1964 con el golpe de estado de René Barrientos Ortuño, siniestro personaje que como presidente de Bolivia orquestaría, junto con la CIA y el Pentágono, la cacería y posterior asesinato del Che en Bolivia. Pero la derrota de la revolución ya latía en su seno desde mucho antes. En primer lugar, por la política de alianzas porque aun cuando en su fase inicial el poder real descansaba en manos de obreros y campesinos armados la representación política de la revolución le fue confiada al MNR y sus líderes, exponentes de un sector social que pese a su vocinglería antioligárquica conservaba estrechos lazos con esa clase y la burguesía boliviana. Peor aún, tanto Paz Estenssoro como Siles Suazo demostraron ser fácilmente co-optables por la astuta diplomacia norteamericana. Contrariamente a lo habitual esta no demoró en reconocer al nuevo gobierno surgido de los hechos revolucionarios de Abril, pese a que en ese mismo momento preparaba una invasión de mercenarios para deponer al gobierno de Jacobo Arbenz en Guatemala. La importancia que el estaño tenía para la industria militar de Estados Unidos y su atesoramiento de reservas minerales estratégicas en el marco de la Guerra de Corea y el peligro de una Tercera Guerra Mundial es sin duda uno de los factores que explica actitudes tan diferentes en uno u otro caso. Mientras Washington tenía muchos países que podían venderle el café o las bananas que exportaba Guatemala, no había tantos que pudieran ofrecerle el estaño que requería su aparato industrial y militar. De hecho, poco más de la mitad de las exportaciones de ese mineral eran adquiridas por Estados Unidos, lo que colocaba al imperio en inmejorables condiciones de negociación para imponer sus políticas. Además, la debilidad estructural de la economía boliviana, sin salida al mar y lastrada por siglos de opresión y explotación, la tornaba muy dependiente de los programas de “ayuda” dispuestos por Washington. Y las debilidades ideológicas de la pequeña burguesía del MNR, so pretexto de la necesidad de ser “realistas” y no antagonizar a los intereses imperiales, permitieron cerrar el círculo de la sujeción al imperialismo. Uno de los elementos cruciales que Estados Unidos manejó con mucha sagacidd fue la necesidad “técnica” de reconstituir al derrotado ejército. De hecho, dos años después del triunfo de la revolución se reabría la Escuela Militar y comenzaba el proceso de liquidación de las milicias populares. Sería el ejército quien, en 1964, dispararía el tiro de gracia a la revolución. En todo caso fue esta necesidad de mantener “buenas relaciones” con el imperio la que signó el inicio del Termidor revolucionario. La Revolución Nacional no sólo fue una revolución traicionada sino también una revolución interrumpida. Cuenta uno de sus biógrafos que mientras Ernesto Guevara, de paso por Bolivia en su segundo viaje por América Latina, esperaba para ser recibido por un alto funcionario del recientemente establecido Ministerio de Asuntos Campesinos se encontró con un grupo de indios que habían llegado al lugar para recoger los títulos de propiedad prometidos por el reparto agrario. Pero antes de llegar a la oficina del funcionario a cargo del expediente se los hizo formar y se los roció con un insecticida. Guevara comentaría, en una de sus cartas que "el “MNR hace la revolución con DDT.”
2

El drama de 1952 podría resumirse así: una revolución hecha por obreros mineros y campesinos, que juntos empuñan las armas y destruyen al sostén fundamental del decrépito orden oligárquico, el ejército, para luego cederle el control del estado a los aliados pequeño burgueses del campo popular y aceptar que sean ellos, y no quienes hasta ese momento tenían el poder real en sus manos, es decir, las armas, los que fijarían el rumbo del gobierno surgido de una revolución pero cuyo destino sería, doce años después, ser víctima de una contrarrevolución. Otros factores que también operaron fueron los siguientes: (a) el reparto agrario que al no estar acompañado de intensa labor de organización y educación políticas terminó por replegar a los campesinos hacia su pequeña parcela y abandonar la escena política. Ocurrió aquí algo similar a lo acontecido con los campesinos parcelarios franceses analizados por Marx en su Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte : el fetichismo que crea la propiedad privada sobre una ínfima -¡a menudo misérrima!- porción de tierra los desmovilizó y, peor aún, durante algún tiempo los convirtió en bases de apoyo de diversos gobiernos anti-revolucionarios, como el del ya mencionado René Barrientos Ortuño. (b) Por otra parte, los sectores mineros no lograron establecer una sólida y duradera alianza con los campesinos, y el progresivo aislamiento de los primeros facilitó, pocas décadas después, su debilitamiento organizacional hasta concluir con su desaparición como actor económico o político de relevancia en la Bolivia contemporánea. (c) El activismo norteamericano para frustrar procesos revolucionarios, desde fuera –con presiones económicas y políticas, mentirosas promesas de colaboración, o amenazas veladas o abiertas de intervención- tanto como desde dentro, atrayendo a su hegemonía a los sectores de un cierto nacionalismo popular que, en su ilusión, soñaban con un proyecto nacional sin que al mismo tiempo fuese socialista y radicalmente anti-imperialista, cosa que una y otra vez ha demostrado ser imposible. (d) Por último, la violación en la Bolivia del MNR de una suerte de “ley de hierro” de todas las revoluciones y/o procesos de reformismo radical: o se avanza resueltamente hacia nuevas metas que profundicen la estabilidad e irreversibilidad de los logros iniciales, o el proceso se estanca, languidece y muere.
Pero más allá de este breve balance de triunfos y derrotas hoy es justo y necesario rendir homenaje al heroísmo y la abnegación demostrada por el pueblo boliviano en las épicas batallas libradas sesenta años. Los méritos de los revolucionarios de Abril no se empañan por la capitulación del fallido gobierno instaurado por la revolución. La labor de la insurrección no fue todo lo metódica y radical que habría sido deseable, más allá de las obvias preguntas contrafácticas acerca de si las cosas podrían o no haber ocurrido de otra manera. En todo caso lo cierto es que con la clausura del ciclo revolucionario abierto en aquella ocasión habrían de transcurrir cincuenta largos años -años de sufrimientos, de miseria y de muerte para el pueblo boliviano- para que, a inicios de este siglo, se pusiera fin a tanta decadencia con las grandes movilizaciones populares que, en 2005, culminarían con la elección de Evo Morales a la presidencia de Bolivia abriendo así un nuevo y luminoso capítulo en la historia de ese hermano país.

1 Fidel Castro Ruz, La Historia me Absolverá [edición definitiva y anotada] (Buenos Aires: Ediciones Luxemburg, 2005), p. 57.
2 Ver Frank Niess, Che Guevara (Madrid: EDAF, 2004), pg. 43. Esta anécdota también la narra el Che en América Latina. Despertar de un continente , una recopilación de sus notas de viaje. (La Habana: Ocean Press, 2003), p.71.En una de sus cartas el Che decía que una revolución que actúa de ese modo con los campesinos “no puede ser una revolución verdadera.”

Atilio A. Boron, Rebelión.

martes, 13 de marzo de 2012

10 Estrategias de Manipulación Mediática

Noam Chomsky

•1. La estrategia de la distracción
El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. ”Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales (cita del texto ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.

•2. Crear problemas y después ofrecer soluciones.
Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.

•3. La estrategia de la gradualidad.
Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.

•4. La estrategia de diferir.
Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.

•5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad.
La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. ¿Por qué? “Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad.

•6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión.
Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un cortocircuito en el análisis racional, y finalmente al sentido crítico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…

•7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad.
Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores (ver ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.

•8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad.
Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto…

•9. Reforzar la autoculpabilidad.
Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, ¡sin acción, no hay revolución!

•10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen.
En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídos y utilizados por las elites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.

lunes, 9 de enero de 2012

VIENTOS DEL PUEBLO ME LLEVAN

Si me muero, que me muera
con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.
Cantando espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas.

(Miguel Hernández, poeta del pueblo)

martes, 29 de noviembre de 2011

Los superrevolucionarios

Leo cuidadosamente todos los días las opiniones sobre Cuba de agencias tradicionales de prensa, incluidas las de los pueblos que formaron parte de la URSS, las de la República Popular China y otras. Me llegan noticias de órganos de prensa escrita en América Latina, España y el resto de Europa.
El cuadro es cada vez más incierto ante el temor de una recesión prolongada como la de los años que siguieron a 1930. El gobierno de Estados Unidos recibió el 22 de julio de 1944 los privilegios otorgados en Bretton Woods a la potencia militar más poderosa, emitir el dólar como moneda internacional de cambio. La economía de ese país estaba intacta después de la guerra, en 1945, y disponía de casi el 70 por ciento de las reservas en oro del mundo. Nixon decidió unilateralmente, el 15 de agosto de 1971, suspender la garantía en oro por cada dólar emitido. Con eso financió la matanza de Vietnam en una guerra que costó más de 20 veces el valor real de las reservas en oro que le quedaban. Desde entonces la economía de Estados Unidos se sostiene a costa de los recursos naturales y los ahorros del resto del mundo.
La teoría del crecimiento continuo de la inversión y el consumo, aplicada por los más desarrollados a los países donde la inmensa mayoría es pobre, rodeada por lujos y derroches de una exigua minoría de ricos, no solo es humillante sino también destructiva. Ese saqueo y sus desastrosas consecuencias es la causa de la rebeldía creciente de los pueblos, aunque muy pocos conozcan la historia de los hechos.
Las inteligencias más dotadas y cultivadas se incluyen en la lista de recursos naturales y están tarifadas en el mercado mundial de bienes y servicios.
¿Qué ocurre con los superrevolucionarios de la llamada extrema izquierda? Algunos lo son por falta de realismo y el agradable placer de soñar cosas dulces. Otros no tienen nada de soñadores, son expertos en la materia, saben lo que dicen y para qué lo dicen. Es una trampa bien armada en la que no debe caerse. Reconocen nuestros avances como quienes conceden limosnas. ¿Carecen realmente de información? No es así. Les puedo asegurar que están absolutamente informados. En determinados casos, la supuesta amistad con Cuba les permite estar presentes en numerosas reuniones internacionales y conversar con cuantas personas del exterior o del país deseen hacerlo, sin traba alguna de nuestro vecino imperial a sólo 90 millas de las costas cubanas.
¿Qué aconsejan a la Revolución? Veneno puro. Las fórmulas más típicas del neoliberalismo.
El bloqueo no existe, pareciera una invención cubana.
Subestiman la más colosal tarea de la Revolución, su obra educacional, el cultivo masivo de las inteligencias. Sostienen la necesidad de personas capaces de vivir realizando trabajos simples y rudos. Subestiman los resultados y exageran los gastos en inversiones científicas. O algo peor: se ignora el valor de los servicios de salud que Cuba presta al mundo, donde en realidad, con modestos recursos, la Revolución desnuda el sistema impuesto por el imperialismo, que carece de personal humano para llevarlo a cabo. Se aconsejan inversiones que son ruinosas, y los servicios que aportan, como el alquiler, son prácticamente gratuitos. De no haberse detenido a tiempo las inversiones extranjeras en viviendas, habrían construido decenas de miles sin más recursos que la venta previa de las mismas a extranjeros residentes en Cuba o en el exterior. Eran además empresas mixtas regidas por otra legislación creada para empresas productivas. No había límites para las facultades de los compradores como propietarios. El país suministraría los servicios a tales residentes o usuarios, para lo cual no se requieren los conocimientos de un científico o un especialista en informática. Muchos de los alojamientos podían ser adquiridos por los órganos de inteligencia enemigos y sus aliados.
No se puede prescindir de algunas empresas mixtas, porque controlan mercados que son imprescindibles. Pero tampoco se puede inundar con dinero el país sin vender soberanía.
Los superrevolucionarios que recetan tales medicamentos ignoran de forma deliberada otros recursos verdaderamente decisivos para la economía, como es la producción creciente de gas, que ya purificado se convierte en una fuente inestimable de electricidad sin afectar el medio ambiente y aporta cientos de millones de dólares cada año. De la Revolución Energética promovida por Cuba, de vital y decisiva importancia para el mundo, no se dice una palabra. Llegan todavía más lejos: ven en la producción cañera, un cultivo que se sostuvo en Cuba con mano de obra semiesclava, una ventaja energética para la isla, capaz de contrarrestar los elevados precios del diésel que derrochan sin freno los automóviles de Estados Unidos, Europa Occidental y otros países desarrollados. Se estimula el instinto egoísta de los seres humanos, mientras los precios de los alimentos se duplican y triplican.
Nadie ha sido más crítico que yo de nuestra propia obra revolucionaria, pero jamás me verán esperar favores o perdones del peor de los imperios.
Fidel Castro Ruz